Me recordó esa necesidad mía de feminizar esa otredad que quiero de compañía. Y deseé tanto esos ojos verdes, firmes en mí, como piedras de jade milenario. Su nariz y sus labios perfectamente delineados.
La deseé tanto entre mis brazos, viéndome mientras bebía de sus senos mi pasión desmedida. La amé mientras mi mente perforaba con sus imaginarios dedos su vagina húmeda y caliente. Ese espacio angosto y perfecto que se escurría sobre mi mano mientras gemía.
Ese pelo rizado que rozó mi cara bajo la lluvia, se convirtió en esa irresistible tentación de decirle cuanto me volvía loca. Pero el tiempo no conjugó la situación correcta y tuve que conformarme con que mis ojos hayan sido buenos mensajeros para el corazón que la amó desde el primer vistazo.
No tienes que ser discipula, fan, crítica, ni enemiga, solo tienes que ver, ni siquiera con límite de tiempo, prestarme tus ojos para verme en ellos, ser una testiga.
5 de diciembre de 2006
Conocí a Camila
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