Pam pam pam, el Rach 3 en su cabeza, subiendo y bajando de volumen. Ella en la noche. Tirada en la azotea adivinando estrellas entre las nubes. No acababa de saber si estaba dormida o despierta, en ese estado en el que la meditación cobraba fuerza. Un día largo para estar en casa. Un día con antojo eterno, con más frío y más melancolía que de costumbre. Acabó el día tirada en la cama con ganas de llorar. Salió a la azotea para respirar, con el Rach instalado dentro. Se colocó en la meditación de reconciliación con la tierra, con las palmas de los dedos hacia arriba, y las palmas de los pies hacia abajo. Respirando, respirando, y de repente el Rach tomando como propiedad su cabeza. Instalándose en su cerebro-caja de resonancia, tita, tita, tita, titan, da li da li dariraru, da li, dali dadada... una espiral que salió de su cerebro al infinito y entonces los ojos, abrió los ojos contra cualquier indicación de la maestra. Abrió los ojos e indagó resplandores, los cuales permanecían ocultos tras las nubes de junio... Es nula la conciencia que tenemos de ser parte de este mundo -pensó-. De ser parte de la cadena de la vida, del flujo de energía. Una persona hará la diferencia??? -se preguntó-. No lo sabré nunca -se dijo-, sólo sé que puedo ser mi diferencia, y resonó entonces su corazón, tan, tan, tan, tan..
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