19 de julio de 2010

Ella

Ella tiene una forma muy peculiar de dibujar el tiempo en su cama, de dibujar el paso de sus horas en ese territorio diminuto dispuesto para el sueño. Se arremolina a veces en el centro, permeneciendo así por horas y horas hasta el amanecer. Otras veces duerme marcando las doce y treinta, aquellos días en que todo armoniza perfectamente, las sábanas correctamente dobladas y dispuestas, combinando el edredón con el color de las pijamas. Esas eran noches de clima neutral, en que el aire traía sonidos sin humedad, y el calor de su cuerpo era mayor que el de los derredores. Otras noches, las más accidentadas, se dirige a la cama luego de un tumultuoso devenir en el que ni siquiera alcanzaba a desatarse los zapatos. Su cuerpo la despierta con un hormigueo de piernas, mientras marca las nueve y cuarto, con los pies colgando por alguno de los lados de su cama. En esos días, pocas veces alcanza siquiera a abrir la cama, y menos a quitarse la ropa del día. Otros tantos se acuesta entre sus cinco almohadas, colocando una al frente la cual abrazaba, la otra entre las rodillas, otra más en la espalda y dos por encima de su hombros, esas noches, mientras su cabeza marca las doce, sus piernas se arremolinan para no precisar el tiempo, el cual varia según sus sueños, más bien según las presencias en sus sueños... los días en que aparecía Luna eran días de entrecruzar los pies y abrir los brazos, cómo esperando su llegada. Aquellos en los cuales aparecía Domba, se aferraba a la almohada del frente recordando el cuerpo de ella entre sus brazos, su piel canela tan cercana, su cuello largo al alcance de sus labios y sus manos acompañadas de las de Domba juntas en medio de sus pechos. Esas noches perdía la dimensión del tiempo y la desnudez combinaba con cualquier color de sábanas, edredones o recuerdos. Cuando venía Rami a su lecho, su cuerpo podía amanecer en cualquier resquicio, a las doce menos cuarto, a las once y veinte o incluso a las seis y cuarto. Su cuerpo gravitaba según la profundidad del recuerdo, la variedad de armonía de sus sentires, que eran tantos y tan variados. Las noches más perturbadoras eran cuando venían otras, incluso aquellas con la que nunca había amanecido, porque su cuerpo hacía recorridos interminables y se acomodaba sutilmente a cada recuerdo-anhelo. Entonces su cama se hacia pequeña, y la pobre perra acostumbrada acomodarse en su compañía decidía trasladarse a su cojín y desistir de la tarea. Eran noches concurridas en las cuales sus recuerdos la absorbían, las huellas de las otras en su cuerpo despertaban y le dolían. Los besos, las mordidas, la humedad jundo al delicioso olor de cada una volvían y su cuerpo se le antojaba pequeño, limitado, impotente ante la fuerza de las presencias que la poseían. Sueños-recuerdos fluían en constantes marejadas de humedad, mientras sus sueños-fantasías le dibujaban sonrisas y promesas.

2 comentarios:

Prado dijo...

Uno puede pasar el tiempo con esas sonrisas y promesas.

Delirio de Luna Llena dijo...

Hola!!

Espero que el universo te esté sonriendo y te tenga con mucha dicha y bienestar!!...Hace algún tiempo he visto que los blogs
del ambiente de bloggers lesbianas guatemaltecas han estado muy poco actualizados, por lo que inicié a contactar a las bloggers
que conozco para invitarlas a volver a actualizar blogs y abrir nuevos espacios virtuales de intercambio de artes e ideas.
Te gustaría contarnos qué es de tu vida? de tus proyectos??
Lo que me cuentes, será publicado en mi blog www.deliriodelunallena.blogspot.com, citando como autora el nombre
de tu blog o un nick que tu elijas. Favor contactarme a: delirio_de_luna_llena@hotmail.com


Si conoces a otras bloggers avisame, para contactarlas. ( no es necesario que publiques este comment en tu blog.))

Gracias por colaborar con la blogosfera Lesbiana Guatemalteca.



Atentamente,


María de León.
www.deliriodelunallena.blogspot.com