No tienes que ser discipula, fan, crítica, ni enemiga, solo tienes que ver, ni siquiera con límite de tiempo, prestarme tus ojos para verme en ellos, ser una testiga.
24 de julio de 2008
Ya lo sé papá
ver como me construyo nuevos disfraces, nuevas máscaras,
sentir como me alejo de tus etiquetas y tus categorías,
descubrir como me tejo nueva piel
y de esta forma me desahogo no sólo de tus palabras,
sino de tu poder sobre mi vida
Lo sé papá, no debe de ser fácil soltar al pajarillo.
ver en mis ojos el brillo de nuevas vidas.
sentir en mi fuerza el tambor guerrero de todas mis ancestras.
Descolonizarme
llenarme de sus artilugios y sus dogmáticas verdades,
quedarse dentro de mí,
colonizar mi cuerpo.
Porque entonces declararles la guerra
incluye declarar enemigos a aquellos que amo,
a mi propia razón,
a la programación previamente en mí instalada,
porque descolonizar mi vida implica
apropiarme de mi cuerpo, de mi mente,
crear mis propios argumentos y verdades,
abrirme, doblarme, transformarme,
mudarme esta piel tan profundamente establecida,
desterrar de mí a la madre, la virgen, la buena niña,
la abnegación eterna, la entrega, la hija, la mujer decente,
Descolonizarme implica
hacerme responsable de mí misma,
sin rumbos preexistentes,
yo dueña, yo señora, yo amante de mí misma,
dueña de mí y mis palabras,
de mi destino, mi tiempo, mis afectos y tambien mis soledades,
implica volar sin plan de vuelo
una vida sin parámetros, pero sí con utopías.
Viejo
Te veo allí, arrullando tus dolores, acurrucado feto, asiéndote a la nada.
Te veo y me dolés tan terco, tan testarudo, queriendo ser el héroe, y no lo sos más. Sos un anciano, y yo, ninguna amazona, ninguna superheroa voladora, envejeciendo tras tus huellas.
Soy feto acurrucado en tu sombra, más indefensa, más desolada, tan terca y testaruda, como si fuésemos la misma carne.
De la Historia
y es que a nadie le importa si me desgarran
si me violan, si me matan
si me rompen las ropas o el alma
a nadie le importa si me muero por dentro o me desangro hacia afuera
soy una,
una mujer más,
destinada a ser ninguna en esta historia
No pasa nada
Luego de tanto trabajo, tantas energías mezcladas, tanto derroche de adrenalina, vino un silencio implacable. Un silencio contundente, un muro impenetrable, sin una grieta visible. De esta forma funcionan las cosas, hubieron muchos sentimientos contrariados, furia pasiva al ver nuestro atrevimiento revistiendo las paredes. Y tan fácil fue anularnos, hacer la vista a un lado, tirar con fuerza de una pancarta o recubrir la pinta con pintura blanca "pureza". Es tan fácil ocultarnos, no mostrarnos, no dignarse si quiera a pronunciarnos. Ley de Hielo la llamabamos de niños, un silencio anulador, un no-nombrar que margina, que anula, que destierra, ostracismo total el de este silencio social. Una Ley de Hielo decretada a las lesbianas, las lesbianas feministas, las rebeldes, las lindas y locas que se mueven por debajo de la ropa de la realidad para que pique, para que duela, para que moleste seguir pretendiendo que en este país, no pasa nada.
5 de julio de 2008
Memoria olfativa
Mientras caminaba con mi perrita me detuve a olfatear los árboles de un arriate. Cual canina olfatee con cuidado, arranqué unas hojitas para incrementar la sensación, una sensación fresca y cítrica invadiendo mis mucosas, y me sentí en casa.
Me sentí en aquel campo de la colonia donde crecí, subida en los árboles, observando a los otros niños, el paso lento de algunos vecinos, la soledad de las casas allí tendidas en lo plano, observadas por las lomas que las rodean. Recordé la fascinación de la perspectiva de las cosas desde lo alto, la sensación de poder y de autonomía al subir a los árboles más altos. Y esa maña que ahora repito de tomar una rama para llevarla a mi rostro.
Ingenuamente pensé que este árbol que ahora huelo provino de una semilla de aquel al cual vi crecer desde los tres años. Y es que todos tenemos esa memoria ólfativa, que nos hace viajar de un lado a otro, a la cocina de la abuela, a la panadería, a Pollo Campero, los olores, son bienes tan preciados como los sabores y no digamos como los objetos materiales. En estos tiempos en los que proliferan los museos, por que no abrimos un museo que preserve nuestra memoria olfativa, y nos ponemos a vender viajes a todos lados, a aquellos lugares irrepetibles a los que nos hagan llegar los olores, una probadita de aquel olor expedido por una persona que extrañáramos, si cobraramos por olida de la melancolía, quizás tendríamos un museo más sostenible que aquellos llenos de objetos con los cuales simplemente no nos conectamos.