Me encuentra el amanecer pensando en su sonrisa naranja,
en esa mirada suya tan tímida y profunda.
Me recorren ritmos y poesía cuando recuerdo su boca
y parloteo susurros para quien pueda entender mis silencios.
Me transformo en jirafa gigante y al pie de su cama vigilo sus sueños,
de reojo y sin moverme siquiera tiro al viento un beso.
Me aterra pensar que me haya visto regocijarme en su mirada curiosa,
que haya entendido mi conjuro
y que el poder de su anillo-escudo pueda apartar de sus entrañas
ese mínimo deseo de continuar escuchando en mis silencios
aquello que nunca nombraré.
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