Sos presencia constante en mi memoria
traída a flore con el simple temblor de mis cortinas
con la brisa azotando mis ventanas
con aquel libro que me hace guiños desde la repisa.
Me venís fluida y constante
como agua que gotita a gotita
sin temor, avanza silenciosa
escurriéndose por debajo de la puerta.
Cuando me invadís de esta forma,
es tarde para ponerte los límites
para espantarte con el azote de la puerta.
Porque te me comenzás a subir por todo el cuerpo
como si estuviera echa de esponja.
Cuando te descubro humedeciéndome la pieza
es porque a mí ya te me calaste hasta los huesos
ya me pusiste los pies pesados
me dejaste los escalofríos programados en el cuerpo
ya es tarde mi amor, para no pensarte.