Por las lágrimas que juntas derramamos
por el intricado ombligo que eternamente compartimos
por los estigmas y el dolor
que nos nacieron madre-hija, en medio de un rosario de condenaciones
Porque te escucho, latidos, en el silencio
te confieso verdades cuando me culpo
me incrimino dolores y nostalgias
desde mi yo-engendro
desde mi nulidad y pequeñez de feto inoportuno
Porque llevé tus estigmas, y me trague tus dolores
las lágrimas que derramaste se perdieron en el escote
y se fundieron en mi saco
y porque aquellos que no lloraron tus ojos
los confesaron tus entrañas
transgrediendo mi paraíso ectoplásmico
Fuimos esas inoportunas
las arribistas, las no llamadas
las que fueron
en el límite de los objetos permitidos
y vieron la luz en el semen olvidado
Por que nos cargaron sobre la espalda
los siglos de racismo acumulado
los miedos de la indianidad latente
porque fuimos espejo de las nimiedades
y las podredumbres de lo que se oculta y sin palabras se nombra
el dedo de la abuela nos sentenció a la muerte
pero la vida es rebelde a las excusas
y el miedo aunque carcome
construye historias que medio se paran
y estamos aquí
tomadas de la mano
indianidad negada
feminidad culpable
tú la deshonrada
yo la impronunciable
unidas de nuevo por el dedo acusador
y los argumentos del reproche
hundidas en la esquina de la oscuridad
y el olor a sangre
Aquí estamos presentes
porque a mi vicio de oídos sordos
se le ha unido tu sonrisa perenne
y esa forma de ser que no sé si me alegra o me destroza